Posiblemente sea una de las plantas del reino vegetal que más labores requiera. Pese a estar en periodo vegetativo, en su fase de reposo invernal, las labores en el campo no cesan.
La vid pertenece a la especie de plantas trepadoras (lianas), donde la madera ocupa mayor volumen que la producción de fruto. Mediante la poda, se reduce el envejecimiento de la madera, el alargamiento de los sarmientos y la producción de yemas para regular la cantidad de fruto y el vigor de cada cepa.
Aunque en primavera también se realiza a poda en verde, en este post vamos a dedicarnos a hablar de la actual, la poda de invierno.
Limitar el alargamiento, factor clave que determinará la calidad de la cosecha
Limitar el alargamiento del sarmiento, favorece el desborre de las yemas. El número de yemas que se dejan tras la poda, se denominan de carga y determinarán el vigor, la posterior insolación de las hojas y racimos, y en general, la calidad de la cosecha.
Esto, sobre todo, cobra fuerza en cepas viejas en vaso, ya que estas cepas añejas producen menos kilos de uva, pero de una gran calidad. Por tanto, aquí cobra mucho más sentido la poda destinada a limitar producción.
La poda anual: necesaria para el equilibrio de la cepa
La poda anual es necesaria para equilibrar fructificación y vegetación, en función del vigor de cada cepa.
Es fácil en estos días acercarte por nuestros campos y encontrar a los viticultores, tijera en mano realizando esta labor que se alarga hasta entrado marzo. Es importante que se haya terminado de podar cuando se produzca el lloro, la antesala al desborre de las yemas y que indica que el ciclo está a punto de empezar.
Seguiremos informando 😊
Fuente: Manual de Viticultura de A. Reynier